En Filipinas especialmente hay que cruzar los dedos, dado que es uno de los paises del mundo con mayor propensión a este tipo de actividad natural. Pero también es uno de los más atractivos para nuestro vicio común, así que... no podemos dejar de ir para allá. Esta vez, en nuestro tercer viaje por aquella zona, nos tocó sufrir "tangencialmente" el tifón Lekima también llamado Hanna en Filipinas. Lo que parecía un poco de mal tiempo, se convirtió con los días en un "Super tifón de fuerza 4"... y allí estábamos nosotros!
El viaje empezó con la habitual paliza hasta llegar a la isla de Malapascua. Más de veinte horas de vuelos, furgoneta hasta el puerto de Maya, y barco hasta llegar a la isla... con el cielo ya bastante nublado. Las bangkas (barcos tradicionales filipinos) estaban amarradas a resguardo, así que delante del hotel no teníamos la habitual vista paradisíaca de postal, con el mar turquesa, sol y barcos filipinos en el horizonte. En el centro de buceo decían que habían anunciado un sistema de bajas presiones para los próximos días, pero que seguramente podríamos salir a bucear. Así que... allá nos fuimos, a buscar el tiburón zorro, que por lo menos esta vez apareció en su mayor esplendor, con varios de ellos pasando por nuestro lado en las inmersiones que hicimos en Monad Shoal. Tampoco Gato Island defraudó, con sus cuevas con tiburones y sus corrientes cargadas de vida. La visita a Kalangaaman island fue algo más sufrida, dado que tuvimos que hacer el trayecto de varias horas en un mar bastante picado, que dejó a más de uno con el estómago vacío.
El momentó cumbre llegó cuando tuvimos que salir de Malapascua para irnos a Bohol... el tiempo había ido empeorando poco a poco pero todavía se podía navegar, así que salimos prontito con la intención de llegar a Cebú a coger el ferry de mediodía para llegar a Bohol por la tarde. Menos mal, porque llegamos al puerto de Maya con una pared de lluvia descargando que hizo que le fuera cambiando la cara al capitán según llegábamos a puerto. Fuimos el último barco en salir de Malapascua, ese día se cerró el puerto y en los próximos días ya nadie pudo entrar o salir de la isla.
Una vez llegamos al puerto de Cebú ya vimos que la situación estaba "rara"... en la cola para conseguir los tickets para el ferry ya se hablaba de la cancelación de algunos (entre ellos el nuestro), así que nos decidimos por comprar tickets en un barco de carga que salía por la noche y tardaba el doble en llegar a Bohol, pero que al menos parecía que iba a poder navegar a pesar de la situación del mar. Y efectivamente, allí nos embarcamos a medianoche, con varios cientos de filipinos durmiendo en literas y la bodega llena hasta los topes de mercancías. Llegamos de madrugada pero llegamos, y a partir de ahí... misma situación en Bohol; el "sistema de bajas presiones" había derivado a "tormenta tropical", por lo que el mar estaba revuelto y las bangkas a cubierto. No podíamos ir a bucear a las zonas habituales, reservas marinas como Balicasag o Pamilacan, al encontrarse a navegaciones largas y estar prohibido salir a mar abierto. Nos tuvimos que conformar con buceos repetidos en la cara sur de la isla, durante 4 días.
Cualquiera pensaría que esto amargaría a alguno de los viajeros pero nada que ver... a nadie se le torció el gesto, mas que para alguna carcajada. Inasequibles al desaliento!!
Pero al acabar el periplo en Bohol aún nos esperaba la parte más dura del viaje. Nos disponíamos a volar desde Cebú hasta Shangai, donde todavía teníamos un par de días de extensión, pero resulta que Hanna ya había pasado de Tormenta Tropical a "Súper Tifón"... nos hubiera hecho hasta ilusión (la habíamos visto crecer y prosperar, desde tan pequeñita) si no fuera porque una vez más teníamos que ser creativos para salir de Bohol y llegar a Cebú. Así que adelantamos el retorno y de nuevo nos tocó ir en barco de mercancías en vez de en el cómodo speed boat habitual, para luego quedarnos estancados en el aeropuerto de Cebú esperando noticias de nuestro vuelo.
No tuvimos noticias de China Eastern hasta bien entrada la noche, así que cuando se confirmó la cancelación nos buscamos la vida para volver del aeropuerto a la ciudad para intentar dormir en una cama y darnos una ducha... lo que resultó una odisea dado que la ciudad estaba llena por una competición de "Iron Man" que se celebraba por la mañana. Tras intentarlo en tres hoteles, hasta las cinco de la madrugada no encontramos uno donde pudimos subir a dormir en las habitaciones que nos preparaban según las dejaban los corredores que se iban temprano hacia la competición. Al día siguiente nuevamente volvimos a pasar las horas en el aeropuerto intentando (con escaso éxito) tener algo de información de la compañía aérea sobre nuestro vuelo, hasta que... poco antes de la hora señalada de embarque y cuando parecía que se iba a volver a cancelar, nos dicen que finalmente sí se podrá volar aunque no va a caber todo el mundo dado que hay lista de espera por los vuelos cancelados del día anterior. La incógnita duró hasta el último momento, cuando nos dijeron que un par de asientos que estaban reservados para la tripulación iban a ser liberados por lo que casi todo nuestro grupo podría embarcar... y cuando ya casi todos habían pasado, milagrosamente hubo dos plazas más cuyos ocupantes no se habían presentado así que nos pudimos reunir todo el grupo en la puerta de embarque, sin dejar a nadie en tierra. Momentazo!!
Ya en Shangai visitamos los monumentos y zonas de la ciudad más recomendados, y casi nos pidieron hacerse más fotos con nosotros de las que hicimos nosotros a los monumentos... parece que los occidentales todavía somos unos bichos raros por allí! Y por fin, vuelta a casa sin más incidencias, que ya habíamos tenido unas cuantas... Lo más increíble de todo? Que volvimos a casa con la sensación de que había sido un viaje increíble, estupendo, irrepetible, donde hasta las dificultades serán recordadas con cariño gracias a la respuesta del grupo. Gente así es la que nos recuerda por qué nos gusta tanto viajar y lo importante que es elegir con quién merece la pena viajar.